martes, 9 de septiembre de 2008

Monte Perdido

Empezamos a buscar el Monte Perdido en la clase y en la oficina, pero desde la ventana no se veía. Después nos movimos a los Picos de Europa y alrededores pero desde el Pico Jano tampoco se divisaba, cuando mas tarde subimos al Coriscao pudimos contar todas las cumbres de los tres macizos, y aunque en aquel momento no le encontramos, supimos que ya estábamos un poquito mas cerca.
Monte Perdido.
En el Mortillano despertamos al gigante del Cueto y nos tuvimos que refugiar en la ermita de Socueva. El Castrovalnera fue otra historia y nos contó que ese monte no se hallaba en la cordillera, había que ir mucho más allá del Candina, hasta tierras Aragonesas para encontrarle.

Fue en los Pirineos, en Ordesa donde se encontraba, y la verdad que el monte no estaba muy perdido, estaba como siempre allí, en su sitio, entre las otras dos sorores. En Agosto, la escupidera, no nos escupío pues poca nieve quedaba ya, y tras esa pindia pedrera estaba la cima.

Dice mi hermano Pedro: “…Un viaje lleva a otro...” El nuestro no se había acabado todavía y antes de traernos de vuelta a casa nos quiso llevar a Gavarnie para descubrir la Brecha de Rolando y subir al Taillón.

Y ahora ya de vuelta nos preguntamos ¿Cual será el siguiente? Aun no podríamos decirlo.

Así, unas palabras de la obra J.R.R. TolkienThe Lord Of The Rings” servirán de introducción a las fotos.

“…The Road goes ever on and on
Down from the door where it began.
Now far ahead the Road has gone,
And I must follow, if I can,
Pursuing it with eager feet,
Until it joins some larger way
Where many paths and errands meet.
And whither then? I cannot say…”



Torla

Ordesa y Monte Perdido, Gradas de Soaso.

Circo de Soaso, Monte Perdido y Pico Añisclo al fondo.

Ascensión y cima del Monte Perdido.

Cañon de Añisclo y Valle de Otal.

Aínsa y hito en la frontera entre Francia y España en el Puerto de Bujaruelo.
Brecha de Rolando y cima del Taillón con la gran cascada de Gavarnie al fondo.
Lourdes y Roncesvalles.

Logroño y pueblo de Laguardia.

¡Gracias Ana!

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