Es lunes, sentado enfrente del ordenador y mi cabeza esta lejos, atrapada en ese movimiento que no sale, vuelvo con mi imaginación a un fin de semana fantástico de boulder en Santa Gadea, una y otra vez.
El boulder nos otra cosa que esencia de movimiento de escalada. Adherencia, diedros, desplomes, romos, regletas, etc. se cubre todo el abanico pero tan resumido que a veces se puede tratar de tan solo un movimiento.
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Iñigo probando una placa en "Mordor" Santa Gadea |
Eduardo, que lleva mucho en esto de subirse por la piedras, un día me dijo; “Jose, hay solo dos tipos de boulders. Los posibles y los imposibles, los primeros son los que te haces los segundos los que no” Ya ves, un auténtico Sharma, él no gradúa, y simplemente trata de reducir esa interminable lista de problemas imposibles, por una que puede contar de posibles.
Quedo atrapado en un bucle y vuelvo a ese movimiento “imposible” donde me caigo una y otra vez, a esa placa lisa llamada “En busca de la felicidad” y a ese movimiento de adherencia, en el que desde aquí solo puedo caer.
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Javier Meng resolviendo "En busca de la felicidad" |
Aporreo las teclas del ordenador, todavía hoy me crujen los huesos, pero miro las fotos y pienso: “Tengo que volver… y mejor que sea pronto” solo en la roca es posible encadenar.
Os dejo con las fotos del finde:
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